Significado de los nombres propios
Significado de los nombres propios
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Nombre propio y nombre común
Recuerda que todo lo que podemos ver o discutir está representado por una palabra que lo nombra. Esa palabra se llama sustantivo. Todos los sustantivos pueden clasificarse en uno de estos dos grupos: nombres comunes y nombres propios. Esta entrada trata de los nombres propios, pero merece la pena aprender sobre los nombres propios y los comunes al mismo tiempo.
Cuando se escribe un nombre o un título, se suele utilizar la mayúscula sólo para las palabras principales. Es lo que se denomina mayúsculas y minúsculas en los títulos. Todas las palabras son principales, excepto los artículos (por ejemplo, “a”, “an”, “the”), las conjunciones (por ejemplo, “and”, “but”, “or”) y las preposiciones (por ejemplo, “on”, “in”, “with”). He aquí algunos ejemplos:
Trate los títulos de los puestos de trabajo y los nombres de las oficinas (por ejemplo, “Director” y “Departamento de Finanzas”) como nombres propios cuando se refieran a personas u oficinas concretas; en caso contrario, utilice las minúsculas. La mayoría de las veces, estos términos se refieren a personas u oficinas concretas cuando van precedidos de “el”.
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Sócrates
En la filosofía del lenguaje, un nombre propio -por ejemplo, el nombre de una persona o un lugar específico- es un nombre que normalmente se considera que identifica de forma única a su referente en el mundo. Como tal, presenta desafíos particulares para las teorías del significado, y se ha convertido en un problema central en la filosofía analítica. El punto de vista del sentido común fue formulado originalmente por John Stuart Mill en A System of Logic (1843), donde lo define como “una palabra que responde al propósito de mostrar de qué cosa estamos hablando, pero no de decir nada sobre ella”[1] Este punto de vista fue criticado cuando los filósofos aplicaron los principios de la lógica formal a las proposiciones lingüísticas. Gottlob Frege señaló que los nombres propios pueden aplicarse a entidades imaginarias y [ambiguas] inexistentes, sin carecer de sentido, y demostró que a veces más de un nombre propio puede identificar a la misma entidad sin tener el mismo sentido, de modo que la frase “Homero creía que el lucero de la mañana era el lucero de la tarde” podía tener sentido y no ser tautológica a pesar de que el lucero de la mañana y el lucero de la tarde identifican al mismo referente. Este ejemplo se conoció como el enigma de Frege y es una cuestión central en la teoría de los nombres propios.
Nombres de la teoría
En la lingüística actual se suele distinguir entre nombres propios y nombres propios. Según esta distinción estricta, dado que el término sustantivo se utiliza para una clase de palabras individuales (árbol, belleza), sólo los nombres propios de una sola palabra son nombres propios: Pedro y África son tanto nombres propios como nombres propios; pero Pedro el Grande y Sudáfrica, aunque son nombres propios, no son nombres propios (aunque podría decirse que funcionan como frases sustantivas propias). El término nombre común no se utiliza mucho para contrastar con el nombre propio, pero algunos lingüistas han utilizado el término con ese fin. A veces, los nombres propios se denominan simplemente nombres, pero este término suele utilizarse de forma más amplia. Las palabras derivadas de los nombres propios se llaman a veces adjetivos propios (o adverbios propios, etc.), pero no en la teoría lingüística dominante. No todos los sustantivos o frases sustantivas que se refieren a una entidad única son nombres propios. La castidad, por ejemplo, es un nombre común, aunque la castidad se considere una entidad abstracta única.
En inglés y en muchos otros idiomas, los nombres propios y las palabras derivadas de ellos se asocian a las mayúsculas; pero los detalles son complejos y varían de un idioma a otro (el francés lundi, Canada, canadien; el inglés Monday, Canada, Canadian). El estudio de los nombres propios se denomina a veces onomástica u onomatología, mientras que el análisis riguroso de la semántica de los nombres propios corresponde a la filosofía del lenguaje[cita requerida].
Confucio
En la filosofía del lenguaje, un nombre propio (por ejemplo, el nombre de una persona o un lugar específico) es un nombre que normalmente identifica de forma única a su referente en el mundo. Como tal, presenta desafíos particulares para las teorías del significado, y se ha convertido en un problema central de la filosofía analítica. El punto de vista del sentido común fue formulado originalmente por John Stuart Mill en A System of Logic (1843), donde lo define como “una palabra que responde al propósito de mostrar de qué cosa estamos hablando, pero no de decir nada sobre ella”[1] Este punto de vista fue criticado cuando los filósofos aplicaron los principios de la lógica formal a las proposiciones lingüísticas. Gottlob Frege señaló que los nombres propios pueden aplicarse a entidades imaginarias y [ambiguas] inexistentes, sin carecer de sentido, y demostró que a veces más de un nombre propio puede identificar a la misma entidad sin tener el mismo sentido, de modo que la frase “Homero creía que el lucero de la mañana era el lucero de la tarde” podía tener sentido y no ser tautológica a pesar de que el lucero de la mañana y el lucero de la tarde identifican al mismo referente. Este ejemplo se conoció como el enigma de Frege y es una cuestión central en la teoría de los nombres propios.