Que pecado capital eres
Que pecado capital eres
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Los siete pecados capitales: seve…
El primer pecado capital es el ORGULLO. Ya he hablado de él en el pasado.* Todos ustedes conocen su origen, su razón, sus efectos y sus efectos secundarios. Brevemente: el orgullo es siempre una compensación de los sentimientos de inferioridad e inadecuación. Que los efectos de tu orgullo te lleven a la separación se explica por sí mismo.
El segundo pecado cardinal es la COVETUD – la avaricia. Una vez más, conoces su significado más profundo de las conferencias anteriores. Si codicias algo que no posees te ciegas, porque crees que tener lo que quieres te daría la felicidad, cuando, de hecho, la felicidad es un estado interior que nunca puede ser alcanzado por medios externos. También te ciegas cuando ignoras las causas internas de que no tengas lo que deseas tener.
En tu búsqueda de autocomprensión te has dado cuenta de que todo lo que te falta en tu vida, siempre que tu deseo sea sano, está causado por un conflicto en tu interior. Ese conflicto es que tienes miedo -quizá inconscientemente- de lo que más deseas. Puedes tener deseos y no ser consciente de los muchos obstáculos que se interponen a su realización. Por último, puede que incluso no seas consciente de lo que realmente deseas. En estas circunstancias, puede envidiar a otros y codiciar lo que tienen, porque no puede resolver sus propios problemas que le impiden realizarse. Lo que codicia puede ser un sustituto de sus verdaderas necesidades, de las que puede no ser consciente.
Los siete pecados capitales
Los Siete Pecados Capitales y su secuela Los Cuatro Caballeros del Apocalipsis son series de manga escritas e ilustradas por Nakaba Suzuki, ambientadas en una Britania ficticia (ブリタニア, Buritania) en un periodo de tiempo superficialmente parecido a la Edad Media europea. De forma igualmente superficial, y con frecuencia de forma irónica o contradictoria, la serie hace referencia a varias tradiciones, incluyendo el cristianismo (por ejemplo, los Siete Pecados Capitales, los Diez Mandamientos) y la leyenda artúrica (por ejemplo, al nombrar a Meliodas, Escanor, Merlín, Diana, Gowther, Rey y Ban)[1][2][3][4] La naturaleza contradictoria de los nombres dados a los grupos y personajes se refleja en la aparición del grupo del título como protagonistas y del grupo de “Caballeros Sagrados” como antagonistas de la serie[5].
Después de que Elizabeth comience a recuperar sus recuerdos como la diosa Elizabeth, lo que significaría que morirá a los tres días de obtener sus recuerdos, Meliodas resuelve convertirse en el nuevo rey demonio para romper sus maldiciones. Disuelve los Pecados Capitales y entra en una alianza con Zeldris después de prometer usar su estatus para liberar el amor de su hermano Gelda, revelando haber absorbido el Mandamiento del Pacifismo y con la intención de absorber los otros mandamientos [vol. 30] A pesar de convertirse en un recipiente para el Rey Demonio antes de lograr forzarlo a salir de su cuerpo, Meliodas lo liberó a él y a Elizabeth de sus maldiciones aunque dejaría el mundo de los vivos debido a su poder como Rey Demonio. [Pero la victoria dura poco, ya que el Rey Demonio posee a Zeldris y restablece la maldición de Elizabeth, lo que provoca la batalla final de los Sins contra el Rey Demonio [vol. 38] Tras matar a su padre, Meliodas sacrifica sus poderes de Rey Demonio para destruir por completo los mandamientos y evitar que el Rey Demonio reviva [vol. 40] En el epílogo de la serie, Meliodas se casa con Elizabeth y se convierten en los gobernantes de Liones con Tristán como hijo. [vol. 41]
Rey de los demonios
Los siete pecados capitales, también conocidos como vicios capitales o pecados cardinales, son una agrupación y clasificación de vicios dentro de las enseñanzas cristianas,[1] aunque no se mencionan en la Biblia. Los comportamientos o hábitos se clasifican en esta categoría si dan lugar directamente a otras inmoralidades[2]. Según la lista estándar, son el orgullo, la avaricia, la ira, la envidia, la lujuria, la gula y la pereza[2], que son contrarios a las siete virtudes celestiales.
Esta clasificación tiene su origen en los Padres del Desierto, especialmente en Evagrio Póntico, que identificó siete u ocho pensamientos o espíritus malignos que hay que vencer[3]. [3] El alumno de Evagrio, Juan Casiano, con su libro Las Instituciones, llevó la clasificación a Europa,[4] donde se convirtió en algo fundamental para las prácticas confesionales católicas, tal y como se documenta en los manuales penitenciales, en sermones como el “Cuento del Párroco” de Chaucer y en obras artísticas como el Purgatorio de Dante (donde los penitentes del Monte Purgatorio son agrupados y castigados según su peor pecado). La Iglesia católica utilizó el marco de los pecados capitales para ayudar a las personas a frenar sus malas inclinaciones antes de que se encontrasen. Los maestros se centraron especialmente en la soberbia, que se consideraba el pecado que separa al alma de la gracia[5] y que es la esencia misma del mal, así como en la avaricia, ya que estos dos pecados subyacen a todos los demás. Los siete pecados capitales se trataban en los tratados y se representaban en las pinturas y esculturas de las iglesias católicas, así como en los libros de texto más antiguos[1].
¿por qué se llama pecado capital?
La frase se utiliza aquí de forma metafórica. No se refieren al concepto religioso. Se refieren a que las autoridades penitenciarias consideran que infringir la norma de no tener un teléfono móvil es una de las peores cosas que se pueden hacer.
La expresión se utiliza para enfatizar una norma o romper una regla en otros ámbitos que no sea el de ocultar el contrabando de la prisión. Por ejemplo, un golfista nuevo en un campo se dispone a salir en un hoyo con peligro de agua. “Es el pecado capital número uno intentar pasar por encima del estanque con el driver”, le sugiere su compañero. O, una compañera le explica a su amiga en el trabajo: “Salir con un policía te meterá en problemas. Es cardinal desde el número uno salir con un tipo que lleva calcetines blancos con un traje azul”.
servir como componente esencial; “una regla cardinal”; “la causa central del problema”; “un ejemplo que fue fundamental para el argumento”; “los ordenadores son fundamentales para la estructura industrial moderna”
La frase se está utilizando aquí de forma metafórica. No se refieren al concepto religioso. Se refieren a que las autoridades penitenciarias consideran que infringir la norma de no tener un teléfono móvil es una de las peores cosas que se pueden hacer.